¡Hola! Lindo viernes
La semana pasada recibiste mi correo? No.
¿Fallé? Sí.
¿Me dolió? Un ratito.
Pero honestamente, lo que hice en lugar de escribir lo disfruté tanto más… que no me arrepiento nada el haberlo hecho.
Si me conocieras… sabrías que me fascinan las olimpiadas, desde muy niño recuerdo sentarme con mi mamá a ver la inauguración, incluso si esto significa desvelarnos o madrugar para verlas.
A mi nunca me ha gustado el futbol, ni verlo, ni jugarlo, ni estar al pendiente.
Pero las olimpiadas… se cocinan en otro caldo.
El viernes pasado, me junte con mis personas a ver la inauguración: impresionante. De mis favoritas.
Me fascina tener un pretexto para que los países se junten a competir de la forma más sana posible.
Me apasiona pensar que ese es el mundo al que podemos anhelar, en el que podemos pausar tantas cosas, para convivir como naciones, conocer de otras culturas… y llevar el cuerpo, mente y corazón de nuestras naciones al extremo.
Son olimpiadas complicadas, existen guerras, invasiones y genocidio al mismo tiempo. No podemos tampoco cubrir las atrocidades del mundo con 5 aros, una torre Eiffel, Ratatouille y las medallas.
Pero no deja de ser un evento verdaderamente impresionante.
De igual forma, siempre me ha gustado estar cerca de personas extremadamente talentosas.
Admiro a la gente con talentos varios, que su pasión, entrenamiento, energía (y harta suerte), se juntan en un sólo momento decisivo para dejarlo todo en la competencia.
Hace tiempo, tuve una pareja que llegó a ser gimnasta en la selección nacional de México.
Recuerdo, con mucho cariño y mucha admiración, una conversación que tuvimos en el tráfico de la Ciudad de México.
Me contaba que ella entró a gimnasia porque su hermana, 10 años mayor estaba en gimnasia, y cuando ella solamente tenía dos años, ya imitaba —o intentaba— algunos de los movimientos que hacía su hermana.
Yo, impresionado, se me hacía muy curioso que ella terminara en la selección nacional, de un deporte que no eligió, y en cambio su hermana, que sí lo eligió, la gimnasia solo fuera un hobby por unos años.
En ese momento, le pregunté el qué hubiera pasado si su hermana hubiera elegido natación en lugar de gimnasia.
Se quedó en silencio un momento, y muy convencida me contestó: “Pues… yo hubiera sido campeona nacional en natación.”
Me dejó callado.
Sí creo que hay personas que tienen un cuerpo, genética o circunstancias que le favorecen para un deporte en especial.
Existe el caso de Michael Phelps, máximo medallista histórico en natación.
Cada parte de su cuerpo parece que estuvo diseñada para nadar.
Manos y pies proporcionalmente más grandes que el promedio.
Brazos extremadamente largos.
Pulmones con mayor capacidad pulmonar.
¡incluso tiene la membrana entre los dedos más amplia que la mayoría! Literal: tiene aletas
Eso no le quita mérito a el, a su esfuerzo ni a su entrenamiento.
Pero después de esta conversación que tuve en el tráfico, me quedé pensando en algo brutal.
El rol tan grande que tiene en el alto rendimiento, el verdadero alto rendimiento, la mentalidad.
Por muy entrenado que tuviera el cuerpo, los movimientos son completamente diferentes, los grupos musculares también.
Cuando una persona tiene una mentalidad de alto rendimiento, la probabilidad de que tenga éxito en su siguiente proyecto o aventura: es mucho más grande.
La mentalidad de alto rendimiento, no es aquella que solo está el día de la competencia.
También es aquella que dimensiona el tamaño de la montaña que tienes enfrente, y te prepara mentalmente para conquistarla.
Es la mentalidad que te ayuda a entrenar. Incluso los días que tienes flojera, frío o dolor.
Es quien te indica cuando seguir, cuando parar, y cuando meterle turbo.
OJO: No creo que la mentalidad baste, es más: ni siquiera el entrenamiento. Hay mucha suerte, y muchas circunstancias de por medio. Pero sí creo que la mentalidad te ayuda a cambiar (aunque a veces solo sea un poquito), nuestras circunstancias.
He estado pensando mucho en todo esto, las olimpiadas me ponen muy emocional.
Eso… y que después de casi 4 meses de lesión… regresé a correr.
El fin de semana pasado logré correr 30 kilómetros.
Estoy listo para entrenar fuerte para dos retos muy muy grandes que me deparan dentro de unas semanas… ¿crees saber cuáles son?
Por lo pronto… disfruta tu viernes, tu vida, y de paso a la gente que te rodea.
Te recomiendo ver un poquito de las olimpiadas, son extremadamente inspiradoras
Te escribo esto, literalmente mientras veo competir a Simone Biles —locura de mujer—
Si me permites, me despido con una tarea, pregúntate a ti mismo: ¿qué pasaría si enfrentamos los retos de nuestra vida, nuestra carrera profesional y nuestros proyectos personales con la mentalidad de alto rendimiento de un atleta olímpico?
Abrazo apretado,
Yo (Lecu)
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